La cuarta ola de educación en línea: El auge de las clases en vivo

Estamos transitando la cuarta ola de la educación en línea.  

Conocidos  “Cohort-Based Courses,” o CBCs y potenciados por la pandemia de COVID-19, este tipo de cursos no dejan de aumentar su popularidad. La nueva normalidad ha obligado a miles de educadores a convertir sus clases presenciales en clases online, y muchos han descubierto que esta forma de enseñar puede resultar mucho más efectiva y democrática que la educación tradicional, sobre todo porque tiene la misma naturaleza que internet: es abierta e interactiva.  Pero para entender hacia dónde vamos, es necesario comprender de dónde venimos: 

Las 4 olas de la educación online 

Primera Ola: Los MOOCs

La era moderna de educación online comenzó aproximadamente en 2008 con el lanzamiento de los primeros cursos en línea masivos y abiertos (MOOCs). Iniciado por universidades de élite como Harvard o Stanford que crearon por primera vez plataformas destinadas a enseñar dentro de un ecosistema online. El principal problema que tuvieron que afrontar fue “¿Cómo tener contenido online?” y lo resolvieron convirtiendo sus materiales de clase al formato digital y subiéndolo a internet. La meta de los MOOCs era llegar a estudiantes que no habrían tenido acceso a la universidad de otra manera. Le ofrecieron a mucha gente alrededor del mundo la oportunidad de aprender mediante Internet por primera vez.  Para el 2013, el boom de los MOOCs ya estaba desapareciendo. Empezó a ser claro que no eran la clave para para la democratización del aprendizaje. El problema fue que las personas que realizaban estos cursos, eran las mismas que ya tenían diplomas universitarios. Y así y todo, las tasas de completitud eran muy bajas. 

Un estudio del MIT entre 2013 y 2018, mostró que las tasas de completitud de los MOOCs bajaron, en promedio, a un 3% en 2018. De cara a estos descubrimientos, los pioneros del MOOC cambiaron su foco y comenzaron a dedicarse únicamente a ayudar a instituciones a tener su contenido online, siendo la función actual de este tipo de cursos y dejando de lado la idea de la democratización de la educación, que es mucho más que poder tener contenido en internet. 

Segunda Ola: Los Marketplaces

La segunda ola –los Marketplaces –comenzó a tomar forma en 2010. Fue liderado por compañías como Udemy o Skillshare, quienes buscaban responder a una nueva pregunta: “¿Cómo podemos hacer dinero con los cursos online?” Si bien las grandes universidades tenían el dinero para subsidiar los cursos en forma gratuita para quienes no pudieran acceder a la educación superior, la industria estaba limitada por la falta de comercialización. Los marketplaces ofrecieron una plataforma donde cualquiera puede crear un curso online. Por primera vez, un instructor independiente (no solamente graduados) podría ofrecer un curso y venderlo alrededor del mundo sin tener que construir su propia plataforma. Como estos instructores no eran usualmente expertos reconocidos de universidades famosas, necesitaban exposición. Los marketplaces se encargaban de eso, centralizando cursos de miles de instructores y llevándoles tráfico. Ellos conseguían a los estudiantes, pero se quedaban con un porcentaje de las ventas.  

En 2013, miles de instructores estaban brindando sus cursos en estas plataformas, a alumnos de todo el mundo y haciendo dinero con su conocimiento. Se sentía como una revolución y el ser profesor independiente se veía como una profesión viable. Pero nuevamente, aparecieron problemas con el modelo. Las compañías que eran propietarias de los cursos comenzaron a aprovecharse y a tomar ventaja, ofreciendo descuentos para incrementar su crecimiento. Los instructores no tenían control sobre los precios y tantos descuentos bajaban no solo la calidad de sus estudiantes sino sus ingresos.  Los profesores empezaron a darse cuenta de que estaban cediendo demasiado: un porcentaje de sus ganancias, control sobre los precios y sobre la experiencia del estudiante y sobretodo, la relación directa con sus alumnos. Sin los mails y detalles de pago de sus clientes, siempre se encontraban a la merced de lo que los marketplaces decidieran. 

Los instructores top comenzaron a dejar los marketplaces, llevando a sus audiencias con ellos. Este éxodo inició lo que fue la tercera ola: las plataformas Todo-En-Uno. 

Tercera ola: Las plataformas Todo-En-Uno

Los instructores de la ola anterior, habían comenzado a tener una significativa cantidad de ingresos enseñando online. Se empezaron a plantear la posibilidad de construir un negocio real, con sus propias reglas, sin depender de los marketplaces. Esto requería controlar su distribución, sus precios y la relación con los clientes.  Las plataformas SaaS, todo en uno -lideradas por compañías Thinkific, Kajabi y Teachable - comenzaron a tener protagonismo alrededor del 2014 y permitieron a los instructores hacer precisamente eso.  Estas nuevas plataformas reconocieron que el poder se había movido hacia los instructores, quienes tenían el contenido original, la pasión por enseñar y a sus seguidores fieles.  Esto los llevó a adoptar una postura “instructor-friendly”, tratando a los instructores como su cliente más importante, en contraposición a los marketplaces que los trataba como proveedores. En lugar de estar en el medio de instructores y estudiantes, estas plataformas compartían los emails y datos de pago. En lugar de inundar a los usuarios con promociones, ellos dejaron el marketing en manos de cada instructor individualmente. En lugar de tener que pasar todo por sus propios medios de pago, habilitaron múltiples opciones y hasta aplicaciones de terceros como PayPal. 

Estas plataformas les permitieron a los creadores de cursos “alquilar la infraestructura” necesaria para aceptar pagos, gestionar las inscripciones, hostear videos y otros materiales y comunicarse directamente con sus estudiantes. En lugar de tener que lidiar con los plugins de Wordpress, o aprender lenguajes de programación, brindaban la posibilidad de tener un negocio corriendo en cuestión de horas. A medida que la tecnología para impartir cursos se comercializaba cada vez más, estas plataformas hicieron posible el construir tu propia escuela, con tu marca,  incluyendo todo lo que necesitas para gestionar la experiencia del estudiante en un mismo lugar (y todo bajo el control del instructor). Las limitaciones de este modelo eventualmente comenzaron a revelarse, alrededor del año 2017. Al ser tan empoderante, demandaba demasiado de los instructores. No solo familiarizarse con muchos tipos de  tecnologías , sino también, conocer herramientas de marketing para atraer gran cantidad de clientes. Con demasiadas responsabilidades y obligaciones, los instructores comenzaron a tener poco tiempo para gestionar lo más importante: la calidad de la experiencia de sus estudiantes. 

Las tasas de completitud de estos cursos online, no fueron mucho mejor que la de los MOOCs. 

Impulsados por el marketing que prometía resultados exagerados, los clientes muy entusiasmados compraban cursos, pero estos demandaban mucho esfuerzo de ellos: tiempo, energía y mucha dedicación. Muy poca gente podía alcanzar niveles de disciplina suficientes como para mirar videos, leer, hacer ejercicios por sí mismos.  La promesa fallida de los “cursos a tu ritmo” le dieron a toda la industria una mala reputación. En respuesta a esto, el aprendizaje online entra otra vez en discusión. Las primeras tres olas resolvieron problemas de los instructores: cómo tener contenido online, cómo hacer dinero con los cursos y cómo tener una audiencia propia. Ahora llegó el momento de ver el problema de los estudiantes: ¿cómo lograr de manera confiable los resultados que se les prometieron? 

Cuarta ola: Los cursos en grupo 

La cuarta ola ha tomado el nombre de “Cohort-Based Courses” o cursos en grupo refiriéndose a un grupo de estudiantes que se unen a un mismo curso online y van avanzando en él al mismo tiempo. El instructor brinda la estructura y la guía pero la mayor parte del aprendizaje ocurre en el ida y vuelta de los estudiantes y lo que van descubriendo en las clases en vivo.  Algunos cursos en grupo  comparten material pre-grabado y luego se reúnen en el aula virtual como un espacio reservado para las interacciones, preguntas y cosas que solo pueden suceder en vivo. Otros, deciden no cargar contenido pre-grabado y dedicarse exclusivamente a hablar los temas en cada clase, organizandolas como un proyecto, con puntos clave a tratar y accionables que resolver.  Lo mejor de este tipo de cursos es tener la posibilidad de interactuar con los estudiantes y funcionar como un mentor, llevarlos a la mejor versión de sí mismos, teniendo el contacto persona a persona, por ejemplo vía Zoom. 

De alguna manera, esto de los cursos en grupo no es algo nuevo. Así es como aprendemos en la escuela, con compañeros, con interacciones en tiempo real y bajo la guía de un maestro. La diferencia es que en ese momento, aprendíamos en grupo porque estábamos todos en el mismo lugar y al mismo tiempo. Pero este formato educacional de los grupos online no fue posible de llevar a cabo hasta hace muy poco, cuando la popularidad de Zoom, y la expansión del acceso a Internet ha facilitado las videoconferencias y las ha hecho más confiables que nunca. Ahora los grupos pueden pertenecer a países distintos, encontrarse en diferentes horarios, focalizarse en nichos específicos y adaptar los planes de estudio sobre la marcha. Todo es virtual y digital, lo que significa que es maleable. Todo se puede ir actualizando en el momento, lo que da una gran ventaja sobre la educación tradicional. En lugar de enseñar los mismos programas durante años, un curso en grupo puede incorporar los últimos avances en el campo de enseñanza. 

Ya no hace falta gastar mucho dinero en una universidad, si las habilidades que necesitas las puedes aprender en un curso online actualizado. Y en los últimos tiempos, la adaptabilidad en la educación se ha vuelto cada vez más importante. La estructura de los cursos en grupo les ha permitido algo nunca antes visto: muy buenos resultados. Esto abrió muchas posibilidades: desde estudiantes que luego de los cursos consiguen grandes empleos, hasta el nuevo modelo ISA, en el que los estudiantes no tienen que pagar la cuota del curso hasta que consigan efectivamente un trabajo en la industria. Como crecieron los estándares de calidad, también lo hicieron los precios de las clases de los educadores online. Esto les ha dado recursos para invertir en infraestructura, trabajar con instructores expertos, diseñar su marca y hacer buen marketing. Los creadores de cursos ahora pueden organizar eventos virtuales o presenciales, para captar estudiantes, conocerse, y hasta pueden terminar contratando personal y teniendo su propia academia. Lo que comenzó como un hobby o una pasión por enseñar puede convertirse en un negocio real, con ingresos tangibles que aumentan día tras día. Es importante remarcar que cada nueva ola de la historia de la educación online no extingue la anterior, al contrario, construye sobre ella. Las grandes empresas como EdX (MOOC), Udemy (MarketPlace) o Teachable (Todo-En-Uno), siguen facturando millones de dólares. Pero, son los creadores de contenido lo que se van reinventando y forman parte en este momento del boom de las clases en grupo por zoom.  

Cada nueva ola añade posibilidades y valor a la anterior. Cada capa de conocimiento que se desarrolla en una ola sirve para potenciar la siguiente. 

Pero está claro que la frontera de la innovación se ha movido y el modelo se sentarse frente a una computadora a mirar videos solos ya no es lo mejor que podemos estar haciendo. Los videos pre-grabados tienen muchas ventajas, pero ya no son lo que la gente está buscando. Y en este mundo rápido y cambiante, los cursos en grupo y en vivo van a ser esenciales. Si tienes interés en comenzar a crear un curso de este estilo, no dejes de visitar Edutive

Fuente: https://fortelabs.co/blog/the-rise-of-cohort-based-courses/

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